Han pasado 25 años desde que Pedro Almodóvar estrenase su última comedia, “Mujeres el borde de un ataque de nervios” con el que consiguió el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa.

“Los amantes pasajeros” cuenta la historia de un grupo de personajes variopintos que viven una situación de riesgo dentro de un avión con destino a Méjico D.F. Para dar vida a esta comedia catártica, el director manchego se ha rodeado de un amplío elenco: Antonio de la Torre, Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre, Laya Martí, Javier Cámara, Carlos Areces, Raúl Arévalo, José M. Yazpik, Guillermo Toledo, José Luis Torrijo, Lola Dueñas, Cecilia Roth y Blanca Suárez y las colaboraciones especiales de Antonio Banderas, Penélope Cruz, Paz Vega, Carmen Machi, Pepa Charro o Susi Sánchez.

En “Los amantes pasajeros”, Almodóvar repite conspiraciones y colocones involuntarios de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” con un humor más llano y marica. No es una película que vaya a gustar a todo tipo de sensibilidades como su antecesora.

Entre los paralelismos de estas dos cintas, la desesperación que allí pendía de un hilo del teléfono de Pepa (Carmen Maura), aquí depende de la cobertura del smartphone de Ruth (Blanca Suárez), el gazpacho somnoliento de allí es el agua de valencia adulterada de aquí, la conspiración chiita de allí es la conspiración contra Norma (Cecilia Roth) de aquí…

En la capa más profunda de “Los amantes pasajeros”, el avión Península nos habla de la España actual. Entre corrupciones, bancarrotas y escándalos de la Corona, tres maestros de ceremonias (los azafatos Cámara, Areces y Arévalo) distraen a un personal en peligro de muerte, cual alter egos de un Almodóvar que nos distrae de la crisis del país con esta comedia.

El personaje de Bruna (Lola Dueñas), una vidente que huele la muerte, es clave para el avance de la acción dramática en este espacio cerrado. Bruna nos conduce a la situación más crítica de la historia.

En cuanto a las interpretaciones, destacan las tronchantes de Carlos Areces (y su flequillo saltarín) y una Pepa Charro, que sale muy poco pero que nos deja con ganas de más.